Arquetipos menstruales: la niña, la doncella, la mujer que florece

La doncella o la niña, es el arquetipo menstrual que se manifiesta después de finalizada la menstruación. Su etapa es la preovulacion, una fase en la que la palabra clave es el crecimiento, y cuya energía llega a nosotras como un torrente de lluvia primaveral que nos renueva.

La doncella puede ser uno de los arquetipos femeninos mas socialmente aceptables en la actualidad, ya que podríamos decir que nos conecta con una energía mas masculina dentro de nuestro ciclo. El tiempo de la doncella es el momento de salir al exterior, de re-conectar con nuestra autoridad interna y desplegar nuestras alas para volar en libertad y materializar nuestros sueños.

¿Siempre encuentras excusas para no materializar tus sueños? ¿Tienes muchas ideas pero eres incapaz de hacerlas realidad? ¿Sientes que no eres valida o lo suficientemente buena? ¿Tienes miedo al fracaso? ¿Sientes miedo o vergüenza de expresar tu propia voz? ¿Te sientes agotada habitualmente? ¿Te resulta fácil dejarte llevar por el ritmo frenético del hacer? ¿Tienes listas interminables de tareas por hacer? ¿Te cuesta parar y no hacer? ¿Evitas y/o pospones los momentos de autocuidado, presencia, silencio y/o disfrute propio? ¿No consigues establecer relaciones estables, confiables y de corazon?

Si has respondido que si a varias de estas preguntas, tu doncella tiene algo importante que decir!

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Auto cuidado femenino: Como maternarnos a nosotras mismas

El principio masculino y el principio femenino son energías inherentes a hombres y mujeres por igual. Ambas, están adentro nuestra, y solo la conciencia y manifestación de ambas en equilibrio es lo que nos acerca al bien-estar integral.

La energía femenina tiene que ver con la mirada interior: nuestras emociones, nuestros sentidos, el estar presente en nuestro propio cuerpo, el placer, la ciclicidad natural, la inspiración, la intuición, la creatividad, la receptividad, el potencial… La energía masculina es la que nos permite ir hacia el exterior: es la acción, la manifestación, la individualidad, el logro o éxito, el reconocimiento, la seguridad, la protección, los límites…

Nuestra sociedad actual, tiene sus cimientos sobre la creencia de que el principio masculino es más importante o está por encima del principio femenino, lo que nos lleva a una sociedad en desequilibrio. De esta forma, nos encontramos orientados totalmente hacia fuera, hacia la consecución de objetivos y metas, hacia el reconocimiento y éxito, hacia la continua producción, hacia la falsa seguridad lograda por la competición y/o el control, a sentirnos tensas, impacientes, neuróticamente ocupadas, continuamente preocupadas, pensando en lo “pendiente” y altamente dependientes de cómo actúa, siente o piensa el otro sobre nuestra propia persona.

Esta dinámica de atender y anteponer al exterior permanentemente (trabajo, hij@s, proyectos, pareja, casa…), nos lleva a forzarnos por cumplir una serie de estándares sociales externos, a estar permanentemente ocupadas y/o atareadas con mil cosas diferentes. El principio del deber anteponiéndose al principio del placer. Y así, nos olvidamos y nos alejamos cada vez mas de nosotras mismas, de nuestros cuerpos, de nuestro auto cuidado o maternaje, del verdadero centro de nuestro propio ser.

Seguro que más veces de las que recordamos, nos hemos planificado con el firme propósito de cambiar esta situación creando mas espacios para nosotras mismas…  pero poco a poco, y con más facilidad de la que nos gustaría, vemos como este propósito se va disipando y volvemos a experimentarnos apuradas, frustradas, tristes, cansadas, tensas y estresadas.

Y es que las mujeres tenemos grabado bien profundo adentro de nuestros cuerpos creencias que nos colocan permanentemente en la función de eterna cuidadora, de sacrificio continuo, de estar siempre a disposición del otro, de anteponer sus necesidades a las nuestras, de sentir miedo por decir NO, de negociar con nuestros valores, de tolerar lo intolerable y hacer todo esto con una sonrisa permanente. Y esto no acaba aquí, ya que en caso de no cumplir alguno de estos “mandatos”, nos sentimos obligadas a sentirnos mal (mala mujer, mala madre…), egoístas, culpables por pensar en nosotras mismas… ¿Te reconoces?

¿Y qué podemos hacer para cambiar y abandonar esta dinámica? Equilibrarnos, comprometiéndonos con nuestra energía femenina, con nuestra naturaleza cíclica, con nuestra madre nutricia interna.

Para empezar te invito a observarte sin ningún tipo de juicio y/o expectativa. Simplemente detenerte, acercarte a tu propio ser, respirar profundo y atreverte a preguntar y responder desde la más pura y amorosa honestidad para contigo misma… ¿Qué haces para sentirte amada? ¿Qué haces para cuidar tu cuerpo, mente, emoción y alma? ¿Cuáles son tus límites? ¿Cómo te sientes en tu propia piel? ¿Eres consciente de desde donde tomas tus decisiones? ¿Sabes cuáles son tus valores? Y simplemente deja que tus respuestas surjan.

Es posible que tu respuesta para estas preguntas sea poco o nada, que no tengas ni idea de donde están tus límites, cuáles son tus valores o desde donde tomas tus decisiones; y que la sensación de volver a habitar tu piel no sea demasiado agradable. Si es así, y has tenido el valor de reconocerlo, ¡¡enhorabuena!! Ese es el primer paso para la transformación. Simplemente deja que esta sensación inunde tu cuerpo, acéptala adentro tuya y toma la decisión consciente de empezar a caminar hacia tu propio maternaje. Para ello, empieza por responder… ¿Qué necesitas del otro para sentirte amada? ¿Cómo te sientes cuidada en los diferentes aspectos?

Tanto si has respondido con anterioridad como si estas respondiendo estas últimas preguntas, obtendrás una lista con los puntos de acción que te hacen sentirte amada, cuidada y respetada; y que a partir de ahora, puedes empezar a hacer conscientemente por ti misma. No quieras abarcar todo a la vez, escoge una o dos de las que creas/sientas que te resultaran más sencillas y ponlo en práctica ahora. Comprométete a ello. ¿Qué puedes hacer ahora para cuidarte, nutrirte y amarte? ¿Qué haces ya para maternarte? ¿Qué puedes hacer para mejorar en tu auto cuidado?

Si te apetece, deja tus comentarios. Estaré encantada de leerte y recibir tus aportes. Juntas… crecemos!